Ganaré, lo sé. Puedo sentir mi deseo de matar, aunque no quiera. Tendré que matar a todos si quiero ganar estos juegos. Mi nombre entró en la cosecha dos veces y me tocó estar en los septuagésimo terceros Juegos del Hambre. Mataré a quien sea necesario. Han pasado cincuenta segundos, lo que significa que sólo me quedan diez segundos para salir a luchar. Ya sé cuál es mi estrategia; ir, tomar la espada, tridente, cuchillo, arco y flechas, lo que sea necesario para matarlos a todos, excepto a mis aliados del uno y del dos, no los mataré hasta que ya no tenga otra opción. Suena el gong y salgo corriendo y rápidamente me armo con cuchillos, una espada, arco y flechas y una cerbatana. Disparo a matar. Le doy con los cuchillos a los dos del 7, y del 12, el chico del 9 y la chica del 3. Mato con la espada a un chico que está cerca de mí, creo que del 11. Marine y Sparkle que son las del 1 y 2 ya han matado a varias personas también. Volteo hacia mi izquierda y me encuentro con Sibgor, Gasivy y a Yess, que son mis aliados del 1 y del 2, y Yess es de mi distrito. Luchamos todos hasta que ya no queda nadie más. Los únicos que quedamos en la cornucopia somos los Profesionales. Ordenamos las provisiones sin decir nada y luego nos repartimos le botín y sacamos las armas de los demás que matamos.
– Eso fue divertido –
Dice Gasivy – Tenemos que volverlo a hacer.
– Si, claro como si alguna
vez pudiéramos volver a la arena. Iluso – Contesta Sparkle
– ¡Es posible! – Los calma
Yess, gritándoles – A la vez que tampoco lo es.
– Bueno, Yess tiene
razón. Puede que en un Vasallaje de los Veinticinco. – Les dice Marine – Yo
aprendí con el tiempo a que todo es posible.
– Yo opino que dejen
de pelear si no quieren que los mate en la noche, ¿ok? – Digo sintiéndome
cansada. Gasivy me da un abraso y luego me dice:
– Tranquila Oditivia, ya
vamos a dejar de pelear. ¿Entiendes? – Ese comentario me molesta así que le doy
un puñetazo en la mandíbula con el que lo callo.
En cuanto deja de
hablar, suenan los cañonazos. Han muerto once. Las siguientes horas nos las
pasamos buscando refugio y ordenando provisiones, y acabamos por dormir dentro
de la cornucopia. Cuando oscurece, suena el himno y vemos las caras en el
cielo. Primero los dos del 3, luego la del 5, los dos del 7 y del 8, el del 9,
el del 11 y los dos del doce. Más himno y después todo queda a oscuras. Todos ellos
han muerto y los juegos han comenzado. Hay algo que me hace dudar de que pueda
ganar estos juegos, pero lo alejo de mi mente. Ganaré, por mí, por mi familia y
por mi honor en el Distrito 4. Luego de luchar tanto estoy agotada, así que
dormiré mientras Gasivy hace guardia. Me recargo en una chaqueta que le quité
al chico del 9 y duermo, así podré pensar en lo que haré mañana y cómo mataré a
mis aliados.
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